Palabras del Dr. José Rafael Vargas, Senador de la República por la Provincia Espaillat, en el Acto de reconocimiento a la distinguida dama Leonor Ayala González Duarte, en ocasión del 200 aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte.
El espíritu nacional resplandece en este día glorioso para recrear la memoria del más gigante dominicano de todos los tiempos, cuya presencia infinita remonta de los cielos del alma de la Patria, para invitarlos a emprender nuevos vuelos, que hagan reverdecer los troncos que sirvieron de base a la fundación de la República.
Ayer, era por la Independencia; hoy, por volver a los valores, al renacimiento y a la conquista de los puros ideales del Patricio, sintetizados en el respeto a la ley y la educación ciudadana. Porque como lo enseñó José Martí, no es libre quien no está educado.
Esta es una noche memorable, porque sentimos la presencia del maestro a través de su ascendencia venezolana-española aquí presente. Es una honra y una inmensa alegría para esta Provincia Espaillat, tener la presencia de la distinguida investigadora Leonor Ayala González Duarte, del tronco directo de don Vicente Celestino Duarte de Berger. Sé que muchos de ustedes se sorprenderán de este apellido, porque sabíamos y conocíamos de sus dos apellidos de origen paterno-materno, que son Duarte Diez. El de Berger se dio a conocer en una investigación sobre el topónimo de esta palabra. La investigación del erudito dominicano don Emilio Tejera de 1933, donde se comprueba que se trataba de Beger, no Berger, y de ahí viene que se trata de Vejer de la Frontera, el pueblito que está en la Provincia de Cádiz, donde están los ascendientes de Duarte. Justo ahí es donde se comprueba la ascendencia española del Fundador de la República.
En 1860 apareció un texto en un periódico en el que el hermano de Juan Pablo firmaba Vicente Celestino Duarte de Berger, de manera que eran vejerianos o vejeriegos. El apellido de Duarte del que desciende Juan Pablo, está registrado en los índices del bautismo de la Parroquia de El Salvador, de Vejer de la Frontera. Y veremos que la ascendencia de n uestra invitada especial deviene de don Crispín Ayala, que sembró una estela profesional en Venezuela y que dejó un legado imperecedero de la última generación de don Vicente Celestino. A don Crispín Ayala, padre de Leonor Ayala González Duarte, le correspondió recoger todos los enseres del patricio en Venezuela tras su muerte, y depositarlos en suelo dominicano, donde reposan hoy en la Casa de Duarte, que hoy ha sido convertida en el Instituto Duartiano, en la calle Isabel la Católica de Santo Domingo.
Fue a don Crispín Ayala que le correspondió la misión de traer al país los restos del patricio y consagrarlos a la memoria colectiva, para que las nuevas generaciones retribuyan el homenaje perpetuo en el Panteón Nacional, en el Altar Nacional y en el corazón de cada uno de nosotros.
Este dominicano excepcional nació un día como hoy hace exactamente 200 años, un martes 26 de enero de 1813.
Segundo hijo del matrimonio de Juan José Duarte y Manuela Diez y Jiménez, viene al mundo en una época aciaga, conocida en nuestra historia como el período de la España Boba, por el poco interés que España como metrópoli, puso a esta colonia, sumiéndola en el abandono, la miseria y la postración social.
Juan Pablo nace en el seno de una familia numerosa, pues los hijos del matrimonio Duarte Diez fueron doce. Seis hijos llegaron a la adultez: Vicente Celestino, Juan Pablo, Filomena, Rosa, Francisca y Manuel. Los otros seis hijos murieron sin llegar a la edad adulta.
El único hijo de Juan José Duarte y doña Manuela que contrajo matrimonio y perpetuó el apellido fue Vicente Celestino, el hijo mayor, quien casó el 9 de junio de 1822 con María Trinidad Villetta y tuvieron los siguientes hijos: Enrique, Vicente María, María Trinidad Ignacia, Fernando, María Isidora, Wenceslao Camilo María y Romualdo Ricardo.
Este último hijo, Romualdo Ricardo casó en Caracas con Francisca Rodríguez de Cosgaya. Una hija de ellos, Matilde Duarte Rodríguez casó en Caracas con el señor José Ayala, siendo hijos de este matrimonio Crispín, Hernán y José Ramón Ayala Duarte.
Notemos que si Romualdo Ricardo era hijo de Vicente Celestino, Matilde Duarte era nieta de Vicente Celestino; y Crispín Ayala Duarte era biznieto de Vicente Celestino.
Pues es precisamente de este biznieto de Vicente Celestino Duarte, llamado Crispín Ayala Duarte, que se casa en Venezuela con Andrea González y nace una niña a la que bautizaron con el nombre de Leonor Ayala González Duarte, a quien tenemos esta noche aquí presente entre nosotros, quien es tataranieta de Vicente Celestino Duarte y por tanto sobrina tataranieta del patricio Juan Pablo Duarte.
La presencia de Leonor Ayala González Duarte entre nosotros, nos llena de mucho orgullo y satisfacción, pues tener a una descendiente directa del Patricio, nos hace sentir más cercano al hombre que entregó su vida, obra y bienes en forjar una patria libre, soberana e independiente de toda potencia extranjera.
Doña Leonor reside en Barcelona, aquella tierra que despertó la conciencia libertaria de Juan Pablo Duarte, pues siendo todavía un adolescente de 15 años, Duarte es enviado por sus padres a Europa, vía Estados Unidos, acompañado del cuidado del comerciante español Pablo Pujols. En ese periplo, Duarte visita Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España, radicándose en Barcelona.
A los 19 años de edad, en 1832, Juan Pablo Duarte regresa a Santo Domingo, vía Saint Thomas y Puerto Rico. Al regresar, preguntado qué era lo que más le había impresionado en sus viajes, respondió: "los fueros y libertades de Barcelona, fueros y libertades que espero demos nosotros un día a nuestra Patria".
Y al año de su llegada al país, en 1833, con apenas 20 años de edad, Juan Pablo da inicio a sus trabajos pro independencia.
Duarte en su niñez vivió acontecimientos que fueron marcando su impronta revolucionaria. Apenas tenía 8 años cuando el Lic. José Núñez de Cáceres intentó separarnos de España, que nos tenía sumidos en la modorra, para incorporarnos al proyecto de la Gran Colombia de Simón Bolívar. Es el proyecto político conocido como la independencia Efímera, a través del cual se intentó conformar el Estado Independiente de Haití Español.
Ya tenía Juan Pablo 9 años de edad, cuando el 8 de febrero de 1822 se materializa la invasión de Boyer a Santo Domingo, iniciando el largo período de 22 años de ocupación haitiana.
Duarte había cumplido 10 años cuando en julio de 1823, las autoridades haitianas cierran las puertas de la Universidad de Santo Domingo, lo que obligó 5 años más tarde, en 1828, que lograrán enviarlo a estudiar fuera del país.
Como han podido observar, Duarte vivió una niñez y una adolescencia de grandes convulsiones y de procesos políticos que fueron marcando su carácter revolucionario.
Quiero resaltar que apenas con 20 años de edad, empezó sus aprestos revolucionarios. Ya a los 21 años de edad, en 1834, empezó a estudiar latín con el Padre Juan Vicente Moscoso. Con Antonio Mendoza estudió música. Se inició en la carrera militar, como cabo o furriel de la Guardia Nacional, para aprender el manejo de las armas.
Y apenas con 25 años de edad, el 16 de julio de 1838, funda la agrupación revolucionaria La Trinitaria, agrupación patriótica que es sin duda la matriz de la República. Fueron sus primeros 9 miembros: Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandrino Pina, Juan Isidro Pérez, Felipe Alfau, José María Serra, Jacinto de la Concha, Juan Nepomuceno Ravelo, Félix María Ruiz y Benito González. Todos eran jóvenes entre 20 y 25 años, cuya edad promedio era de 23 años.
Esto demuestra que fue un puñado de jóvenes los que creyeron en el proyecto de Duarte de la "independencia pura y simple", los cuales tuvieron que abrirse camino entre grupos pro-separatistas que buscaban la separación de Haití pero no creían en que pudiésemos ser una nación libre e independiente, pues buscaban el protectorado o la anexión a España, Francia, Inglaterra y hasta a los Estados Unidos.
Esta es la primera gran lección. La República Dominicana nace del sueño libertario que se forjaron un grupo de jóvenes, encabezados por Juan Pablo Duarte.
La segunda gran lección que nos enseña Duarte es su total desprendimiento.
En 1843, los trinitarios hacen una alianza estratégica con los reformistas haitianos, para derrocar la dictadura de Boyer. Así estalla en Praslin, Haití, el movimiento revolucionario conocido como La Reforma. Los trinitarios se plantean que es en una coyuntura de debilidad interna de Haití cuando tienen que empujar la separación para proclamar la independencia. Para lograr estos fines hacen otra alianza estratégica con sectores conservadores, dirigidos por Tomás Bobadilla, quien preside el grupo de los afrancesados *separarnos de Haití y unirnos a Francia( y propone el Plan Lavoissier, al cual Duarte se opuso rotundamente el 26 de mayo de 1843. En ese momento, Duarte contaba con 30 años de edad.
Por ser fiel y vertical a sus principios, Duarte tuvo que soportar una larga cadena de desprecios y exilios que marcaron la segunda etapa de su vida.
Al caer Boyer, los líderes del movimiento haitiano de La Reforma, dirigidos por Charles Herard inician la persecución contra los que estratégicamente apoyaron el movimiento para debilitar políticamente a Haití. De julio a agosto de 1843, Duarte y sus compañeros tienen que esconderse, hasta que finalmente son apresados y el 2 de agosto de 1843 son expulsados hacia el exilio Duarte, Pina y Pérez, rumbo a Venezuela. Es el primer exilio de Duarte, que duró casi siete meses. Por eso, Duarte no estuvo presente cuando el 16 de enero de 1844 fue redactado y firmado EL MANIFIESTO, que es por así decirlo, nuestra Acta de Independencia. Y tampoco estuvo presente en la noche memorable del 27 de febrero, a las 11 de la noche, cuando la decisión férrea de Mella, anunció a través del trabucazo en la Puerta de la Misericordia, el nacimiento de la República Dominicana.
Duarte regresa al país apenas dos semanas después de la independencia, el 15 de marzo de 1844, a bordo de la Goleta Leonor y en vez de buscar protagonismos y aceptar propuestas para la presidencia de la República, se pone al servicio de la Junta Central Gubernativa. Es en esta etapa cuando comienzan los celos y las pugnas entre Duarte y Santana. En el mismo mes de marzo de 1844, Duarte comenzó a escribir el Primer Proyecto de Constitución dominicana, que lo convierten a él en el primer constitucionalista dominicano.
De abril a junio del 1844 se acentuaron las contradicciones entre Duarte y Santana y ya en julio de ese año, Santana llama a Duarte "anarquista" y le ataca violentamente. El 27 de agosto, encontrándose Duarte en Jamao, es apresado y llevado a una cárcel en Puerto Plata. Y el 10 de septiembre de 1844, apenas a 7 meses de haber sido proclamada la Independencia, Duarte es expulsado a perpetuidad por la Junta como "traidor a la Patria" y enviado con destino a Hamsburgo, Alemania. De ahí Duarte se irá a Caracas, Venezuela, donde se junta con su madre y sus hermanas, que fueron obligadas a salir del país y no regresar jamás. Es el SEGUNDO EXILIO DE DUARTE, el más largo, que duró 20 largos años, de 1844 a 1864. Los investigadores afirman que en 1850 Duarte se adentra al interior de Venezuela, en la zona selvática del Apure, donde permanece casi de incógnito hasta principios de agosto de 1862. El 10 de abril de 1862, Duarte se entera de que el país había sido anexado desde 1861 a España y decide volver a Caracas y ponerse de nuevo al servicio de la Patria, ahora convertido en un soldado de la restauración. En 1863 cuando inició la Guerra de la Restauración, Duarte tiene ya 50 años de edad. En 1864 escribe su himno a la Restauración.
Duarte regresó al país en marzo de 1864. Ese mismo mes visitó en Guayubín al General Mella, que estaba gravemente enfermo. No se veías desde 1844. Mella finalmente murió el 4 de junio de 1864 y diez días después, el 14 de junio de 1864, muere Pedro Santana.
El 4 de abril de 1864, Duarte recibe una comunicación de Ulises Francisco Espaillat, alegrándose por su regreso al país.
Pero los celos políticos contra Duarte se despertaron de nuevo. Ya en octubre de 1864, apenas a 7 meses de haber regresado al país, después de 20 años de exilio, los líderes del Gobierno Restaurador le piden regresar a Caracas, para buscar apoyo, armamentos y representar dignamente al país en Venezuela. Una forma elegante de sacarlo del país. ES EL TERCER EXILIO DE DUARTE, que duró 12 años, hasta la hora de su muerte, en 1876.
El sábado 15 de julio de 1876, a las tres de la mañana, fallece en la ciudad de Caracas Juan Pablo Duarte y Diez, Fundador de la República Dominicana. Se había pronunciado independiente a las 11 de la mañana del 16 de julio de 1838. Murió 38 años después que se consagrara a sólo vivir por y para la Patria.
El 24 de agosto de 1876, el Presidente Ulises Francisco Espaillat le escribe una carta a Rosa y Francisca Duarte, expresándole su condolencia con motivo de la muerte del Fundador de la República.
El 27 de febrero de 1884, son traídos los restos de Duarte a Santo Domingo, 8 años después de su muerte y depositados en la Capilla de La Altagracia, en la Catedral. El 27 de febrero de 1944, al cumplirse el Primer Centenario de la República, los restos de Duarte, junto a los de Sánchez y Mella, son trasladados al Baluarte del Conde, convertido en Altar de la Patria. El 7 de diciembre de 1967 se crea mediante decreto del Poder Ejecutivo el Instituto Duartiano, que se instala formalmente el 26 de enero de 1968. Su primer presidente fue el Lic. Pedro Troncoso Sánchez. El 15 de julio de 1976 se conmemoró el Primer Centenario de la muerte de Duarte. Y finalmente, el 27 de febrero de 1976, sus restos mortales son trasladados al mausoleo erigido en el Parque Independencia, donde reposan desde hace ya 37 años.
Creo que con este recuento, resumimos la vida y entrega generosa del más grande de los dominicanos, cuyo Bicentenario nos reta a todos a hurgar en su obra, en su pensamiento y en su compromiso, para seguir construyendo esa patria con la cual él siempre soñó; que ilumina como antorcha encendida la trayectoria de nuestra nación.
En doscientos años hemos aprendido a conocer al apóstol de carne y hueso, de quien el poeta don Víctor Garrido ha dicho "que representa para la colectividad dominicana un tipo singular de patriota. En su personalidad se confunden la cualidad del maestro, la cualidad del apóstol y la cualidad del héroe".
Para elevarlo a la categoría de lo máximo, don Víctor nos señala que Duarte es grande como la majestuosidad de su obra. La figura epónima de Juan Pablo Duarte se agigantará en el tiempo, como la de aquellos héroes que divisamos, empinados sobre todos los horizontes, en las remotas lejanías de la historia". O como nos señala uno de nuestros más grandes tribunos, don Arturo Logroño, quien apunta con mucho acierto "que la vida gloriosa de Duarte debiera estar incrustada en nuestros huesos, tatuado su recuerdo en nuestros espíritus, rugido su dolor en nuestros pechos y arrullo de amor su nombre en nuestros corazones".
Y por eso hoy, aquí en Moca, con la presencia de la distinguida dama Leonor Ayala González Duarte decimos y repetimos que hay una presencia infinita de Duarte, porque él es el rostro y el corazón mismo de la Patria.
MUCHAS GRACIAS.
Sábado 26 de enero de 2013
Dr. José Rafael Vargas
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